Había leído críticas buenas del libro, por eso tenía bastantes ganas de leerlo. Pero, desgraciadamente, no me ha gustado mucho.
La sinopsis prometía a Dani, el protagonista, investigando la desaparición de un niño, mientras se entremezclaban los recuerdos de su infancia.
Pero la historia no es eso, ni de lejos. La desaparición del niño es como si fuera una excusa, una razón para que la historia del protagonista cobre un poco más de sentido. El libro cuenta los recuerdos de Dani y, de fondo, la desaparición del niño.
Los únicos recuerdos felices de la infancia del protagonista son del tiempo que pasó con el señor Martin y con George. De estos dos, sin duda el que se me ha quedado grabado es George. No porque el señor Martin me caiga mal, simplemente es porque casi no da tiempo a conocerle y, tan solo a través de las fotos de los faros y con los pocos recuerdos que puede decirle a Dani, no conseguí ni siquiera encariñarme con él.
Sin embargo, a George da más tiempo a conocerle. Me pareció muy curiosa esa idea suya de las perlas y los diamantes que te encuentras en la vida. Supongo que Espinosa tiene mucha razón, que hay personas que se te quedan en la memoria para siempre, que marcan un antes y un después.
Olvidarse de reír, un olvido imperdonable a cualquier edad. Un pecado mortal en la infancia.
¿Qué es estar vivo? [...] Estar vivo es … dar vida. Dar vida a los que te rodean, recuérdalo.
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